El sexo en la edad media
El sexo en la edad media fue mucho más complejo de lo que podríamos imaginar, era un acto controlado, lleno de creencias, prejuicios, supersticiones, dogmas, desagradable en vez de ser lo contrario, y riesgoso, muy riesgoso, lejos de la idílica imagen que nos muestran doncellas, caballeros, reinos y palacios, la edad media fue una etapa oscura, retrógrada, con un férreo control de la iglesia en todos los aspectos de la vida, incluidos los asuntos más íntimos de las personas, como lo fue el sexo.
Para empezar los actos sexuales fuera del matrimonio eran considerados pecado, así que ese era el primer escollo: encontrar pareja, lo cual dependía completamente del hombre, y de la aprobación de la familia de la mujer quien no tenía absolutamente ninguna decisión en esto, ella estaría el resto de su vida con una persona que no eligió, luego, tendrían que esperar hasta el inicio del verano que era la fecha en que se realizaban los matrimonios, principalmente por una cuestión: el matrimonio era un evento tan importante en la vida, que implicaba que ambos contrayentes, se bañaran, probablemente desde el verano pasado, en el mejor de los casos. El inclemente frío en Europa sumado a una época donde la única calefacción era el fuego donde cocinaban, hacia que el baño fuera prácticamente inexistente, además de las creencias y dogmas religiosos que condenaban entre otras cosas la desnudez y la higiene por considerarlas inmorales, ya contraído el matrimonio, el coito solo podía realizarse en fechas específicas, lo cual descartaba santorales y fechas importantes del cristianismo, también ciertos días de la semana y solo en ciertas horas específicas, solo podía hacerse de noche, y lo más seguro es que la pareja no volviera a bañarse hasta el próximo verano, o de plano ya no lo volverían a hacer.
Luego, otro de los problemas era dónde practicar el sexo, las camas estaban hechas de paja, en el mejor de los casos, porque generalmente y en la mayoría de los hogares, estaban hechas solo de madera, por lo que la mejor y manera más cómoda de hacerlo, era de pie, pero vestidos.
La ropa no se cambiaba, la desnudez estaba prohibida, aún en la soledad y la intimidad, la pobreza era tal que la gran mayoría solo contaba con algunas prendas, por lo que generalmente las personas permanecían con la misma ropa por varios días en una fetidez indescriptible, despertaban muy temprano para salir a trabajar en sus pequeños huertos, antes que los cuervos y las ratas devoraran sus cosechas, también para cuidar y alimentar a sus animales, sobre todo los cerdos los cuales eran bienes muy preciados por lo que dedicaban a ellos el mayor esmero, después de trabajar todo el día en la tierra de los huertos y en los chiqueros de los cerdos entre excrementos y moscas, la gente iba a comer a sus casas sin siquiera lavar sus manos, y se metían a su cama a dormir con la misma ropa.
En el sexo las personas solo podían desvestirse de la cintura para abajo y al terminar el coito, debían vestirse inmediatamente cuidando de no mirar la desnudez del otro, la única posición permitida era la conocida como el MISIONERO con el hombre encima de la mujer, el inconveniente de esta posición era que ambos tenían que soportar el aliento del otro en una época donde la higiene bucal era inexistente, lo mejor era tener cuidado y la cortesía de no extender los brazos para evitar el olor de las axilas, así que lo mejor era terminar lo más pronto posible, el orgasmo masculino indicaba ese momento, el orgasmo femenino ni siquiera era considerado y si la mujer quería experimentar arriba del hombre u otras posiciones más "atrevidas", incluso "pecaminosas", lo más seguro es que fuera una bruja.
Ahora, si la penetración era inversa con la mujer de espaldas, había que soportar el olor de la ya mencionada ausencia del baño corporal y de métodos de higiene después de defecar, lo cual también era prácticamente inexistente, lo más cercano a ello era retirar los residuos de excremento con algunas hojas o pasto, a lo mucho, por lo que no era una práctica muy frecuente y pues ya del sexo oral nadie, o muy pocos, se atrevían a hacerlo, habría que sopesar qué era peor: el olor del aliento o de la zona genital.
Horas, días, meses, años después, tu esposo o esposa, era un ser sucio, fétido, vistiendo prendas fétidas que ambos tenían que soportar en las frías noches debajo de la misma manta con la que se cubrían del frío hasta que llegaban los hijos que compartirían la misma cama, porque esa era la mejor forma de evitar el frío: dormir toda la familia junta, y entre más mejor, sin frío, pero soportando sus olores.
Todos expidiendo una terrible hediondez. Un hogar fétido en pueblo fétido en una ciudad fétida, ciudades sin drenajes, excrementos en las calles, ratas, moscas, desnutrición, anemia y muerte, pero, la Europa medieval sobrevivió y atravesó una etapa tan oscura y difícil, gracias al poder del sexo.
Erwin García Montes de Oca
@arckannan12
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