La prueba de la resurrección #1: La tumba vacía de Jesús
La tumba vacía puede ser la prueba más contundente de que Jesucristo resucitó. Los incrédulos han propuesto dos teorías principales: alguien robó el cuerpo de Jesús o las mujeres y los discípulos fueron a la tumba equivocada. Los judíos y los romanos no tenían ningún motivo para robar el cuerpo. Los apóstoles de Cristo eran demasiado cobardes y habrían tenido que vencer a los guardias romanos. Las mujeres que encontraron la tumba vacía habían visto antes cómo se enterraba a Jesús; sabían dónde estaba la tumba correcta. Incluso si hubieran ido a la tumba equivocada, el Sanedrín podría haber sacado el cuerpo de la tumba correcta para detener las historias de resurrección. Las telas del entierro de Jesús fueron dejadas cuidadosamente dobladas dentro, difícilmente el acto de los ladrones de tumbas apresurados. Los ángeles dijeron que Jesús había resucitado de entre los muertos.
La Prueba de la Resurrección #2: Las Mujeres Testigos Oculares
Las mujeres testigos oculares son una prueba más de que los Evangelios son registros históricos precisos. Si los relatos hubieran sido inventados, ningún autor antiguo habría utilizado mujeres como testigos de la resurrección de Cristo. Las mujeres eran consideradas ciudadanos de segunda clase en los tiempos bíblicos; su testimonio ni siquiera se permitía en los tribunales. Sin embargo, la Biblia dice que Cristo resucitado se apareció primero a María Magdalena y a otras mujeres. Incluso los apóstoles no creyeron a María cuando les dijo que la tumba estaba vacía. Jesús, que siempre tuvo un respeto especial por estas mujeres, las honró como las primeras testigos presenciales de su resurrección. Los escritores masculinos de los Evangelios no tuvieron más remedio que informar de este acto de favor de Dios, porque así fue como ocurrió.
La prueba de la resurrección #3: El nuevo coraje de los apóstoles de Jesús
Después de la crucifixión, los apóstoles de Jesús se escondieron detrás de puertas cerradas, aterrorizados de ser ejecutados. Pero algo los cambió de cobardes a audaces predicadores. Cualquiera que entienda el carácter humano sabe que las personas no cambian tanto sin alguna influencia importante. Esa influencia fue ver a su Maestro, resucitado de entre los muertos. Cristo se les apareció en la habitación cerrada, en la orilla del Mar de Galilea y en el Monte de los Olivos. Después de ver a Jesús vivo, Pedro y los demás salieron de la habitación cerrada y predicaron a Cristo resucitado, sin miedo a lo que les pudiera pasar. Dejaron de esconderse porque conocían la verdad. Por fin comprendieron que Jesús es Dios encarnado, que salva a las personas del pecado.